¿Qué hacer en el Lago de Chapala?

Localizada en la ribera del lago del mismo nombre, es hoy un destino obligado al que se agregan las pintorescas poblaciones de Ajijic y San Juan Cosalá. El lago, rodeado de villas de pescadores y artesanos, ofrece múltiples atractivos, entre los que destaca la visita a las islas de “Los Alacranes” y “Mezcala”. Situada a 48 km de Guadalajara, Chapala brinda al visitante todas las comodidades que pueden encontrarse en un lugar apacible, en medio de un paisaje en el que dominan los tabachines, las jacarandas, los sauces, el árbol del fuego y el laurel de la India.

A orillas de este inmenso cuerpo de agua se encuentra un alegre mosaico de poblaciones, ávidas de consentir hasta al viajero más exigente. Es ideal tanto para el que gusta de la aventura y contacto con la naturaleza, como para el que busca un encuentro con la cultura, la historia y el arte, o simplemente descansar revitalizándose en cuerpo y alma.

localizada en la ribera del lago del mismo nombre, es hoy un destino obligado al que se agregan las pintorescas poblaciones de Ajijic y San Juan Cosalá.

Esta laguna cercana a Guadalajara brinda al visitante todas las comodidades que pueden encontrarse en un lugar apacible, en medio de un paisaje en el que dominan los tabachines, las jacarandas, los sauces, el árbol del fuego y el laurel de la India.

Lago de Chapala
Entre bellos cerros que como nudosas manos se aferran a la tierra queriendo alcanzar el agua, el lago más grande de nuestro país y como lo han corroborado varios extranjeros procedentes de países con amplias zonas lacustres como Canadá y Noruega, uno de los más hermosos del mundo.

CHAPALA paseos a chapala de guadalajara
Fue el pionero en turismo a nivel nacional, como lo muestra su antiguo hotel construido en 1898, hoy convertido en palacio municipal.

Nuestras Actividades en Chapala pueden incluir:

Pasear por su malecón, apacible lugar desde donde se puede contemplar el lago y la imponente sierra, dejando la mirada perderse sin alcanzar la orilla hacia el este.

Visitar el mercado de artesanías, donde confluyen piezas típicas de muchas partes del país. Artesanía en cobre de Michoacán y sombreros tipo cowboy; mientras a la distancia, con la brisa, coloridas hamacas de Oaxaca se mecen, y el barro de Tlaquepaque repite el sonido del lago en sus cavidades, y fascinantes piezas de los huicholes flotan en el aire.

Elegir dónde comer en la zona de restaurantes de Acapulquito y entrarle de lleno a los frutos del lago: charales doraditos, pescado blanco al mojo de ajo, tacos de hueva.

Probar la deliciosa nieve de garrafa.

Visitar la antigua estación del ferrocarril, señorial edificio que data de 1920, recientemente renovado y convertido en el Centro Cultural González Gallo, donde puede ver obras de arte contemporáneo e historia local.

El espejo de agua, que alguna vez le pareciera un mar a Alexander von Humboldt, ahora es una opción para muchos viajeros, de todas las edades, que buscan hacer un recorrido interesante.

Pasear por su plaza y por sus calles, donde se percibe el encuentro de estilos de vida y nacionalidades, pues radican muchos extranjeros, principalmente canadienses y estadounidenses.

Comprar alguna pieza especial en alguna de sus 17 galerías que inundan las calles de arte fresco e innovador. El talento de sus artistas se desborda en las fachadas con vistosos murales y hasta en los árboles secos de la plaza, convertidos en esculturas.

Disfrutar de la noche en sus múltiples bares. La activa vida nocturna local invita a tomar un tequila en el Bar Azteca, cantina donde algunas veces estuvo José Alfredo Jiménez; también hay buenos lugares de cerveza y billar como el bar El Camaleón, pero quizá el bar más llamativo para divertirse, tomar la copa o cenar, sea El Barco, estilo lounge, con una interesante cava subterránea con caldos de todas las latitudes.

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