Bellezas naturales que puedes conocer y disfrutar, viviendo inolvidables aventuras, con este recorrido sugerido.
Es recomendable detenerse primero en Bucerías para disfrutar de excelentes mariscos y pescados en uno de sus numerosos restaurantes en la playa.
Más adelante vale la pena parar en Destiladeras para disfrutar de sus acantilados arenosos, su blanca arena y sus plácidas aguas transparentes. Sólo unos cuantos kilómetros después está Punta Mita, quizá con las mejores playas de la región.
En El Anclote se encuentra el embarcadero de donde salen las lanchas para visitar las Islas Marietas, una verdadera maravilla natural. Miles de cangrejos, pájaros bobos y gaviotas pululan en este lugar de rocas blancas, chaparrales y el fuerte rumor de las olas que rompen en los enormes acantilados.
Continuando hacia el norte se llega a Sayulita, hermoso pueblo costeño con magníficas playas, rincón predilecto de los surfeadores.
En Nuevo Vallarta no puede faltar la visita al Delfinario, donde se puede nadar con los delfines. A poca distancia de aquí, en el pueblo de Mezcales, es posible visitar algunos ranchos, donde se destila el aguardiente de agave. El proceso es interesante: en medio de un ambiente típico y acogedor, el horno se calienta con leña verde durante varias horas, para después hornear los agaves durante un día completo; luego se machacan para después pasar con agua destilada a los recipientes donde se fermentarán durante una semana; por último llega el proceso de destilado.
Recordando su historia en 1525, los nativos del municipio de Bahía de Banderas recibieron a los conquistadores ataviados con sus vistosos atuendos y engalanados con lujo de colorida plumaria, lo que motivó el nombre con que se bautizó la región.
Posteriormente, Nuño Beltrán de Guzmán practicó una colonización violenta y destructiva que ocasionó el despoblamiento y ruina de la comarca. No fue sino a partir del siglo XIX que Bahía de Banderas se vio favorecida por el auge de la minería jalisciense.
En el siglo XX, sobre todo a partir de los años 70, con la creación del fideicomiso de Bahía de Banderas, la región se convirtió en un emporio turístico que aún continúa su vertiginoso desarrollo. Sin embargo, son evidentes otras importantes actividades económicas como la producción de mango, sandía, papaya, guanábana, tabaco, la cría comercial de avestruces y, por supuesto, la pesca.
El Valle de Banderas, la cabecera municipal, es fértil y con un bello entorno natural; se extiende desde el río Ameca hasta la sierra de Vallejo. Aquí la gente se dedica al cultivo de la tierra y a la ganadería.
La vocación turística de la entidad queda de manifiesto, sobre todo, en los esfuerzos de la comunidad para realizar eventos que dignifiquen y promuevan la región. Un ejemplo de esto es el festival que inicia el 24 de febrero, día de la Bandera. Durante una semana todas las comunidades participan en esta celebración de la tradición.
Uno de los acontecimientos más esperados es el recorrido que decenas de lanchas realizan para que la gente vea y fotografíe a las ballenas jorobadas que año con año visitan estas latitudes los primeros meses. La experiencia es inolvidable, pues los cetáceos se pasean por cientos entre las embarcaciones que previamente han apagado sus motores; las tranquilas aguas de Bahía de Banderas son uno de los principales santuarios de este gigante de los mares, que realiza migraciones de miles de kilómetros para aparearse en el Pacífico mexicano, que también en estas fechas es escenario de un espectacular desfile de embarcaciones por la bahía.
Éstas están decoradas con banderines y banderas multicolores; el entusiasmo de los asistentes es enorme; las familias y los niños se saludan a lo lejos, las chicas y los jóvenes muestran sus mejores galas, y los pilotos echan mano de sus habilidades náuticas.
En la playa de Bucerías se realizan competencias de figuras de arena con sorprendentes resultados; vale la pena darse la vuelta, sobre todo si se toma en cuenta que aquí también se presentan las muestras gastronómicas con las delicias de la región, como, por supuesto, el pescado “zarandeado”, los ceviches, mariscos, langosta, etcétera.
De igual manera, en Bucerías se puede admirar la colorida artesanía huichola, en especial los cuadros de estambre (niéricas), que son lo más representativo de la región. La muestra artesanal está abierta todos los días que dura el festival con precios accesibles.
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