Ciclismo de montaña en el parque ejidal dan Nicolas Totolapan.

Rápido y muy peligroso, el down hill es la versión más radical de la bicicleta de montaña. Como su nombre en inglés lo indica, este adrenalínico deporte consiste en descender en bicicleta lo más rápidamente posible de una montaña, como un verdadero kamikaze. Los extremistas de este deporte alcanzan velocidades hasta de 60 km por hora, superando rocas, troncos, raíces, pedregosas veredas, en fin, todo lo que la naturaleza ponga en su camino. Es esta una disciplina arriesgada, frenética, donde la adrenalina corre tanto como quienes la practican, siempre expuestos a las más duras caídas.

Para franquear los obstáculos se requiere de un gran equilibrio, nervios de acero y un excelente control de la bicicleta; en ocasiones es necesario realizar saltos, y en las bajadas muy empinadas hay que echar el cuerpo hacia atrás para no salir volando por el frente.

Los accidentes son comunes y no hay “downhillero” que no se haya luxado un brazo o roto una clavícula, una muñeca o un par de costillas.

Nada se compara a la sensación de descender a toda velocidad atravesando bosques, selvas, desiertos y hasta pistas de ski en montañas nevadas.

Para evitar accidentes te recomendamos descender por las pistas, así aprenderás a sortear los obstáculos más difíciles, e ir aumentando poco a poco la velocidad. Si no te sientes seguro de realizar alguna maniobra no la hagas, hasta que tengas suficiente confianza en ti mismo y mucha experiencia en el manejo técnico, y aun así las caídas están a la orden.

Para mayor protección asegúrate de llevar el equipo necesario, como rodilleras-espinilleras, coderas, esqueleto, traje de motocross, pantalón y jersey, guantes, casco y goggles.

Con el equipo listo nos dirigimos al Parque Ejidal San Nicolás Totolapan, en el Ajusco, donde se halla uno de los mejores lugares para practicar en forma segura el ciclismo de montaña y donde, además, puedes pasar un fin de semana con la familia montando a caballo, caminando por el bosque, acampando, etcétera.

Cada día puedes realizar diferentes recorridos; los más largos son de 17 km, así que según tu nivel puedes dar las vueltas que desees hasta acabar exhausto. Uno de los principales problemas a los que últimamente se enfrentan los ciclistas en lugares como el Desierto de los Leones es la inseguridad, pero en San Nicolás puedes pedalear con toda confianza, ya que el área está vigilada y siempre encontrarás en las intersecciones de los caminos a alguno de los guías, quienes están en permanente comunicación con el resto de sus compañeros por medio de radios, así que, además, en caso de accidente siempre habrá alguien cerca para auxiliarte.

A fuerza de pedal, muy temprano, a las 6:30 a.m., iniciamos nuestro recorrido. Para comenzar con un poco de emoción descendimos por un pedregoso camino hasta un valle desde donde se tiene una vista espectacular del Pico del Águila. Iniciamos el duro ascenso subiendo por una vereda de escalones de roca y raíces; después el camino se ensacha pero la pendiente se vuelve más complicada; en la desviación de Las Canoas hay dos rutas a seguir; una es el camino que lleva a los Dinamos y a Contreras, en donde encontrarás subidas y bajadas moderadas; la parte más difícil es la subida que se conoce como la “Jabonosa”, pues en tiempo de lluvias se pone muy resbalosa.

Nosotros elegimos la segunda opción, la Ruta de la Virgen, que presenta mayor dificultad, pero es mucho más divertida. El primer descanso se halla en el altar a la Virgen de Guadalupe que se ubica en una gran roca a 3 100 m de altura. El siguiente trecho del camino es probablemente más arduo, ya que la subida se hace muy tendida.

Finalmente llegamos a la parte más emocionante: el descenso. Para ello hicimos uso de todas nuestras protecciones. La primera parte del camino se encuentra plagada de raíces, zanjas y agujeros que aunados a las lluvias y al paso de los ciclistas lo tornan intransitable. La vegetación es muy cerrada y sólo la percibes cuando las ramas pegan en tu cara (por eso es indispensable llevar siempre los goggles); después de varias curvas cerradas y unas secciones bastante empinadas, llegamos a la siguiente intersección, donde se puede elegir entre tres pistas de down hill: la Cabrorroca, que como su nombre lo indica está llena de piedras y escalones rocosos de todos tamaños; la Amanzalocos, en la que se deben superar escalones de raíces, rocas sueltas de gran tamaño, lodo y zanjas, o la del Sauco o del Muerto, que es la que menos complicaciones presenta. Las tres pistas conducen al mismo punto: la entrada al parque.

La pista en mejores condiciones es la Cabrorroca, en la que se han llevado a cabo numerosos campeonatos nacionales de down hill. Así que nuevamente nos ajustamos el equipo de protección e iniciamos el descenso por esta vereda. Lo más recomendable es descender a una velocidad en la que te sientas seguro; si bajas muy lento las rocas y las raíces te detienen, y vas a caer de tanto en tanto; mantén una buena velocidad, no vayas muy tenso para que puedas amortiguar el golpeteo, pues de otra manera lo único que lograrás es cansarte y que te den calambres.

En algunos tramos bajarás como por una escalera, y es ahí donde entra en acción la suspensión de tu bicicleta. Después de los escalones llegamos a la resbaladilla, bajada semejante a un tobogán, en la que hay que retraer el cuerpo y frenar sólo con el freno trasero. Después hay que cruzar por un pintoresco puente de madera para internarte en el Purgatorio; este tramo del camino se encuentra lleno de rocas y zanjas, y para superarlas hay que tener un buen manejo. El Purgatorio te llevará directamente a la Cabrorroca. Es importante que si no te sientes seguro no la bajes, muchos nos hemos lastimado muñecas, brazos y clavículas. La Cabrorroca es una enorme roca llena de escalones, el más alto tiene alrededor de un metro; el secreto para salvar este obstáculo es cambiar tu centro de gravedad, echando el cuerpo hacia atrás para no salir volando.

La siguiente sección de la pista es un poco más tranquila pero muy rápida, con curvas muy cerradas, donde se hacen necesarios pequeños enfrenones y derrapones, moviendo la bicicleta con la cintura para mantenerte en el camino. El próximo obstáculo difícil de superar es el “Huevómetro”, ésta es una rampa de tierra cuyo grado de dificultad varía según por donde se baje; después viene la Cueva del Diablo, donde hay que descender por una pequeña barranca llena de piedras con saltos de un metro entre cada roca. Y con esto se llega al final de la pista. Si logras superar estos obstáculos, entonces estás listo para competir en los campeonatos nacionales y mundiales de down hill. Pero si dudas en algún obstáculo bájate de la bici y pásalo caminando hasta que tengas la suficiente práctica y experiencia (claro que siempre se necesita un poco de locura, valor y mucha concentración para superar los obstáculos). No olvides llevar todo tu equipo de protección.

Normalmente, en un día se pueden realizar varios descensos; los fines de semana los guías del parque ponen a disposición de los ciclistas un camión de redilas y hay que pagar alrededor de 50 pesos por el servicio de todo el día.

Las mejores pistas en el Distrito Federal están ubicadas en este parque, que cuenta con 150 km de ruta para la práctica de diversas modalidades del ciclismo de montaña, como cross country y down hill (descenso) y diferentes circuitos para ciclistas principiantes, intermedios y expertos, además de circuitos de uno y dos sentidos y single track (vereda angosta).

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