El centro histórico de este pueblo duranguense, destaca por su noble antigüedad: más de 400 años de historia que nos dejan contemplar las maravillas de esta comunidad minera. La admirable arquitectura de los siglos XVII y XVIII se hace patente en el edificio que fuera sede del Departamento de Comercio, así como también, el del Servicio Postal y el del Templo del Señor de Mapimí., edificado en 1772 con un estilo gótico.
Su panteón es fascinante por las tumbas que existen allí de extranjeros que trabajaron en las minas y las leyendas relacionadas con el lugar, como Los Cuatro de a Caballo y Los Ladrones de Ojuela.
La Mina de Ojuela es otro sitio imperdible en Mapimí. Tiene 450 kilómetros de túneles y se constituyó en su momento, en el crisol del pueblo. Allí se extraían cobre, plata y oro y hoy atesora, raros y fascinantes minerales.
Quienes recorren el lugar, reciben la orientación de un guía especializado, quien usa una lámpara de aceite para recorrer los oscuros túneles. Al final del recorrido se puede observar a una mula momificada y varias de las herramientas que se utilizaban en esa mina, hace siglos.
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