Investigadores científicos del Instituto de Geofísica y de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México, así como del Instituto Nacional de Antropología e Historia, han descubierto un cenote bajo la Pirámide de Kukulkán de Chichén Itzá, en la península de Yucatán.
Investigadores científicos del Instituto de Geofísica y de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México, así como del Instituto Nacional de Antropología e Historia, han descubierto un cenote bajo la Pirámide de Kukulkán de Chichén Itzá, en la península de Yucatán.
«El cenote no está abierto, es decir, la pirámide no flota sobre agua», explicó el científico Chávez Segura durante la presentación del hallazgo. Se trata de un cuerpo de agua de una extensión de 20 o 25 metros, que llega a los 30 en su parte más alargada, y cuya profundidad no se conoce con exactitud: «vemos hasta 20 metros, pero puede ser menor, y no creemos que esté lleno de agua, sino que tiene un cierto nivel, a una tercera parte de la estructura».
El descubrimiento se realizó a través de un tipo de tecnología no convencional desarrollada por los universitarios, una serie de métodos geofísicos que permiten estudiar el subsuelo sin dañar el patrimonio histórico.
Con el objetivo de ensayar los métodos que se emplearían en la pirámide, también conocida como El Castillo, se llevaron a cabo pruebas previas en otra pirámide situada en el mismo lugar, llamada El Osario.
Posteriormente, se escaneó el subsuelo mediante un total de 96 electrodos colocados en el perímetro de la pirámide, gracias a los cuales se obtuvieron 8.650 puntos de observación.
Estos electrodos permitieron obtener resultados mediante parámetros que mostraban cavidades, representadas en color rojo, y agua, representada en azul. Además, un análisis 2D mostró la existencia de una capa de roca caliza de alrededor de cuatro metros.
El descubrimiento plantea interrogantes en torno a la cultura maya y cabría plantearse, entre otras cuestiones, si los mayas eran conscientes de la existencia del cenote o si el emplazamiento de la construcción sobre la masa de agua tenía algún tipo de significado.
En este sentido, la científica Denisse Argote apuntó la enorme importancia que tenían en la cosmogonía mesoamericana los cenotes y cavidades, los cuales eran considerados el origen de la vida. Un simbolismo que cobraría importancia si se tiene en cuenta la cantidad de cavernas existentes en la región maya.
Los investigadores han confirmado ya una segunda fase de trabajo de campo con el objetivo de dar respuesta a todas las cuestiones científicas que se plantean. En esta segunda fase, que comenzará el próximo mes de octubre, los universitarios «reconstruirán» el interior de la pirámide, se estudiará su estructura y las etapas de su construcción.
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