El esplendor minero que alcanzó el Pueblo Mágico de Mapimí gracias a las vetas de oro y plata de su mina Santa Rita, explica mucho de su fisionomía. Cuando un desastre terminó de un día para otro con la prosperidad, todo parecía perdido para siempre.
Sin embargo, un pasado de grandeza no desaparece tan fácilmente y pronto el turismo comenzó a interesarse en sus 400 años de historia, en sus paisajes semidesérticos, en su arquitectura colonial y en las aventuras que propone.
Ubicado a unos 80 kilómetros de Torreón, en plena Comarca Lagunera, Mapimí originalmente fue poblado por aguerridos indígenas tobosos y cocoyomes que no fueron dóciles a la conquista. Los españoles fundaron el pueblo en 1598, tras descubrir la riqueza minera que guardaba un protagonista de este paisaje: el cerro de La India. Por su ubicación estratégica, en el camino de los viajeros de este vasto territorio, Mapimí ha escrito algunos párrafos de la historia independentista y revolucionaria de México.
Hasta que en 1893 la compañía minera Peñoles tomó el control de la mina de La Ojuela llamada Santa Rita y comenzó una explotación sistemática que la convirtió en la más fructífera de todo el país. Pero en 1928, una explosión de dinamita abrió paso a los ríos subterráneos que inundaron de un momento para otro más de la mitad del yacimiento, dando a la historia de riqueza una vuelta de página irreversible.
El reconocimiento al pasado glorioso llegó en 2010 cuando la Unesco incluyó a la Mina Santa Rita y al pueblo de Mapimí en su lista de Patrimonio Cultural de la Humanidad por pertenecer al Camino Real de Tierra Adentro, que antiguamente unía a la Ciudad de México con Santa Fe, Nuevo México, Estados Unidos.
Dos años más tarde, en 2012, Mapimí fue incluido en el programa de Pueblos Mágicos y en las listas de deseos de viajeros de todo el mundo.
Conocido por uno de los corridos más populares de México, ‘Los dos amigos’, Martín y José eran originarios del municipio de Mapimí, Durango. Su historia se ha mantenido presente por generaciones, al ser uno de los corridos más populares y que se ha sido como parte de la música mexicana por décadas.
Martín Reyes y José Alvarado, se dedicaban al abigeato (robo de ganado) en las haciendas de la zona durante la época de la Revolución.
Con información y fotografías de www.visitmexico.com y www.gob.mx/sectur
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