Asentada principalmente aunque ya en minorías principalmente en Chiapas y Veracruz. Esta etnia de origen maya, por su cercanía territorial, está bien relacionados con los chalchitecos, los ixil y los mam. Para coamenzar habría que hacerlo diciendo que los aguacatecos, o awakatekos, no se autonombran de esta manera tal y como se les conoce, los indígenas aguacatecos se autodenominan qatanum, que quiere decir «nuestra gente» en aguacateco, que entre ellos se llama qa’yol, «nuestra palabra». Es el idioma por el que se comunican y se entienden estos 31.000 individuos, aproximadamente, que componen la comunidad indígena aguacateca.
En relación con su historia, el pueblo aguacateco está documentado, reflejado en documentos históricos, desde 1643, año en el que el dominico irlandés Tomás Gage, y durante una expedición misionera, dio fe de su existencia, lo evidenció en sus crónicas junto al cultivo de uvas que desarrollaban los indígenas del lugar. No obstante, los arqueólogos han sacado a la luz recientemente restos aguacatecos de la época prehispánica, en Chalchitán, poblado originalmente conocido como Coacutec, por sus orígenes nahuas, lo que evidencia que este pueblo tiene como tal un largo recorrido por la historia. A finales del siglo XIX, en 1891, Chalchitán fue anexorado como barrio al municipio de Aguacatán, lo que estableció relaciones sociales más pronunciadas entre las dos etnias, los aguacatecos y los chalchitecos. Francisco de Fuentes y Guzmán, en su obra «Recordación Florida», dice que en Aguacatán y Chalchitán habitaban alrededor de 480 pobladores, que hablaban un idioma con pronunciación gutural, lo que significa que el sonido emitido era pronunciado con la garganta, tocando el dorso de la lengua con la parte posterior del velo del paladar, o acercándose a él formando una estrechez por la que pasa el aire respirado. La ALMG, Academia de Lenguas Mayas de Guatemala, realizó una asamblea en diciembre de 1999, en la que instaló la Junta Directiva de la Comunidad Lingüística Awakateka con más de 75 miembros, y aunque los principios no fueron fáciles, con el tiempo y esfuerzo los miembros se han ido multiplicándose desde entonces.
El pueblo aguacateco es agrícola principalmente y el ajo y la cebolla sus productos estrella, y aunque la dedicación pastoril es importante para la producción de lana, y los tejidos artesanales que de ella se obtienen, no es lo suficiente para retener a muchos emigrantes de esta etnia, que buscan lejos de sus fronteras, sureste de México y Estados Unidos, la oportunidad para desempeñar las labores que mejor saben hacer, las relacionadas con la agricultura.
En cuestiones religiosas, la aportación que encontré es más extensa que la realidad productiva, lo que les obliga a estar más a expensas de lo que sus dioses le socorran que a lo que la tierra les dé. De todas maneras sus costumbres no están muy alejadas de otras etnias cercanas, en su caso, los aguacatecos, actualmente tienen una religión mezcla del catolicismo, de otras religiones protestantes y de elementos nativos y de adoración de los antepasados, lo que dice que sus costumbres no fueron olvidadas con el tiempo y lo prehispánico aún se halla entre sus hábitos cotidianos. Perduran sus dioses con rasgos naturales, como montañas o primaveras, que son sitios para sus dueños sobrenaturales, y los cuerpos celestes son dioses representados de esta manera; el culto a los muertos y la adoración de los antepasados continua siendo una tradición para los aguacatecos, aunque también hay que resaltar que en proceso de desaparición. La influencia activa de padres y abuelos difuntos continua ejerciendo un papel importante en el desarrollo de la vida del aguacateco, a los que se suponen ayudan más allá de la tumba si estos han residido armoniosamente, o castigan si ocurre la animosidad o celosía, por lo que se puede decir que la muerte forma parte de la vida en esta comunidad indígena.
Los chamanes desarrollan un papel muy importante dentro de la comunidad, pues lo mismo ejercen de intermediarios o mediadores entre los vivos y los muertos, que de médicos, o se encargan de realizar las ceremonias o ritos. Son los que hacen preguntas directamente a los difuntos antepasados y comunican a sus familiares las decisiones desde ultratumba, lo que se interpreta que la importancia de los chamanes en los consejos que dicten marca el desarrollo de las vidas de los individuos. La limpieza espiritual es seguida a la comunicación entre ambos mundos, que se lleva a cabo por parte del chaman, con la dispersión de frijoles sobre la tierra y recogiéndolos, al tiempo que se recitan los días de la semana del antiguo calendario maya. Entre sus ceremonias más propias estaban los festivales regulares, anterior a 1960, llamados K’ej, que significa fiestas. Duraban siete días y durante este tiempo se hacían desfiles, había música, bailes y mucha bebida. En este tiempo de fiesta los chamanes llevaban a cabo distintas ceremonias y ritos. Eran tres los grupos de baile ritual, dos de ellos orientales, Tz’Unum y Muztec, y uno occidental, Moros. En los bailes las obligaciones eran heredadas, de padre a hijo y de madre a hija; los rituales menores fueron los deberes de ciertas familias.
También en la curación y las enfermedades juegan un papel relevante los difuntos, que son capaces de curar por mediación de los chamanes, alquilados para llevar a cabo esta tarea, u otras de parecida labor, como son en el consejo. Una fusión entre medicina y moralidad, lo que deduce que en manos del individuo y su comportamiento está la posible cura de sus males físicos. La creencia de los aguacatecos no concibe un cielo o un infierno después de la muerte, si no que lo suponen como un lugar, o estado, donde los muertos están activos. Esta creencia entre los aguacatecos llegó a tener tanto arraigo a sus antepasados fallecidos que muchas vidas fueron consumidas por la adoración a estos familiares muertos.
Pero esta tradición a los antepasados fue suplantada por otras religiones en la década de los 50 del siglo pasado, cuando los misioneros católicos y protestantes llegaron a Aguacatán, y convencieron a los indígenas de las bondades de sus religiones, otras alternativas a sus creencias religiosas. Lo que destruyó la unidad en cada grupo étnico, unos fueron convertidos y otros continuaron conservando la práctica tradicional.
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