MOMIAS DE GUANAJUATO

El dato de mayor importancia para nuestra población es la circunstancia de la gran mortandad que hubo y por que varios de los cuerpos, por temor a que se propagara más la peste eran inhumados casi enseguida que se declaraban muertos. Así sucedía que en algunos casos se les sepultaba cuando en realidad todavía no expiraban, de modo que al volver de aquel estado cataléptico, ya en la tumba, morían finalmente por desesperación, por angustia y por asfixia. De ahí esa mueca de dolor que hay en algunas momias.

Esto fue cuando la peste del cólera morbus que se registró en nuestra población allá por 1833. Aún no existía el panteón actual (1861), que es donde se verificó la momificación.

Tal era la cantidad de muerto, que fue necesario abrir panteones complementarios en las laderas del cerro de San Cayetano y en una parte de la Cañada de Marfil.

Las Iglesias ayudaron muchos a resolver este problema casi en todo el país. Aquí fueron las de la Compañía, San Francisco, San Diego, Belén, San Roque, San Sebastián. Está es una de las más antiguas.

A partir de 1861, fecha en que se inauguró el Panteón Municipal siendo Gobernador del Estado el General Francisco Pacheco, datan las primeras momificaciones. El primer cadáver momificado que se exhibió correspondió al Dr. Francés Remigio Leroy, en 1965, que aún existe.

Desde hace muchos años las momias se exhiben al público en una cripta que se halla justamente debajo del lugar donde se registran este hecho curioso.

En una galería que hay al fondo se ofrece el macabro espectáculo, formando las momias una doble fila como de 15 metros de fondo y acertadamente, detrás de una vidriera.

Por todo lo anteriormente expuesto en forma tan llana, el público debe desechar, por inciertas, todas esas leyendas baratas que cuenta la gente.

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