Tanto el templo, como el Colegio de las Rosas, fueron edificados bajo las expensas del vigésimo primero obispo de Michoacán, don Martín Elizacoechea, entre los años de 1746 y 1756.
Dedicado a Santa Rosa de Lima, se dice que el retablo principal, además de contener el mensaje teológico, propone, de manera velada, un mensaje político. Según Francisco de la Maza, esta teoría se explica de la siguiente manera: Morelia, una ciudad eminentemente criolla, plasma en su arquitectura el orgullo dieciochesco de quienes se saben distintos a los peninsulares; los criollos del siglo XVIII plasman su nacionalismo y sus deseos independentistas en todos los actos de la vida cotidiana, así como en sus manifestaciones artísticas. De esta forma, santa Rosa de Lima, es una criolla nacida en la capital del Perú, en cuya imagen depositan su carácter americano. Santa Rosa ocupa la parte central del altar mayor y sobre ella colocaron una pintura de la Virgen de Guadalupe, una advocación novohispana de María que, para los criollos de la época, se oponía a otras vírgenes peninsulares subrayando la identidad criolla y su incipiente nacionalismo.
Debe estar conectado para enviar un comentario.