Hace cinco años, fue descubierta en Chiapas una de las pirámides más grandes de Mesoamérica, que incluso es más alta que la colosal Pirámide del Sol de Teotihuacán. Se encuentra en Toniná, una ciudad maya que está revelándonos secretos impresionantes.
Tonina es una ciudad maya ubicada en el municipio de Ocosingo, en plena selva lacandona. Por casi cuatro siglos, fueron muchos los exploradores que la visitaron encontrando una ciudad maya con elementos diferentes a las ciudades vecinas, sin embargo, siempre fue catalogada como una ciudad periférica o de segunda importancia.
En tiempos recientes, esta zona arqueológica ha tomado nuevamente importancia luego de que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) adquiriera nuevos terrenos para realizar trabajos de restauración y consolidación en el área norte de la ciudad. Así los investigadores descubrieron que Toniná es mucho más extensa de lo que se pensaba, e incluso debajo de la maleza se encontraba una pirámide de dimensiones impresionantes.
Para investigar mejor estos vestigios se realizó mapa tridimensional, en el que conjuntamente participaron Juan Yadeun Angulo, director del Proyecto Arqueológico de Toniná, y Carlos Pallán, quien dirigió a estudiantes de arqueología y posgrado de la Escuela Nacional de Antropología e Historia para configurar la zona norte de esta zona arqueológica.
Así se descubrió que ésta, es una de las ciudades mayas más grandes, al nivel de Bonampak o Palenque.
Esta zona arqueológica, en la que desde hace dos años se realizan trabajos de investigación, está compuesta por siete plataformas. Cada uno de estos espacios estaba destinado a distintas funciones: Administrativas, palacios, unidades habitacionales y templos.
La gran pirámide Toniná se encuentra al norte de este complejo, y es tan grande que solamente es equiparable a otras grandes edificaciones del mundo maya, como las que se encuentran en El Mirador y Tikal, en Guatemala.
En México, mientras la Pirámide del Sol de Teotihuacán tiene una altura de 65 metros, Toniná alcanza los 75 metros y tiene una antigüedad aproximada de 1,700 años.
De acuerdo a Emiliano Gallaga, director de esta zona arqueológica, esta pirámide cumplía diversas funciones en las estructuras sociales, políticas, económicas y religiosas, algo que no se repite en otras zonas arqueológicas mayas.Toniná es más grande de lo que sospechábamos. Sus pirámides están conectadas por medio de calzadas localizadas en lo alto de las elevaciones aledañas”.
En total, el núcleo urbano de Toniná tiene de 10 a 12 hectáreas de continuidad arquitectónica (el doble de los que anteriormente se conocían y que estaban ubicados al sur de esta acrópolis).
Conforme las investigaciones en el área norte avanzan, cada vez aparece más información sobre Toniná. Por ejemplo, hace apenas unos meses se encontró un sarcófago de piedra que se calcula, pertenece a los años 840-900 dC. En ese sepulcro había objetos de cerámica y restos óseos. Estas evidencias se encuentran siendo analizadas en un laboratorio para conocer la identidad de ese personaje. También se planea realizar estudios de ADN. Un hallazgo así sólo es comparable con el descubrimiento de la Reina Roja en Palenque.
El estilo artístico de Toniná sobresale no sólo por las dimensiones, sino también por su belleza y el realismo, como muestra la estatua de Tzotz Choj encontrada hace unos años.
Las piedras y los murales de Toniná no dejan de arrojar datos importantes, como que estos mayas tuvieron contacto con otras culturas mesoamericanas, sobre todo con la tolteca, o que contrario a la idea que se tiene de los mayas pacíficos, ellos eran un pueblo guerrero.
Tras los trabajos de Juan Yadeun, quedó de manifiesto la belleza artística y relevancia histórica de Toniná, convirtiéndola en la última gran capital del viejo Imperio Maya (Chiapas, Guatemala y Honduras), con un pasado bélico temible, que alcanzó su esplendor entre el 800 y 900 d.C., cuando muchas de las ciudades vecinas estaban en decadencia.
Esta ciudad también nos brinda datos muy importantes sobre el fin de la cultura maya, de hecho, el lingüista César Corzo tradujo la palabra Toniná como donde obscurece o casa del poniente. Al relacionarse con los toltecas, los mayas de Toniná vieron en la sangre humana el elemento que alimentaba al universo, y entendieron a la guerra como la oportunidad de obtenerla.
Según sus creencias, capturar vivos a los grandes señores de las ciudades vecinas era de suma importancia. Los prisioneros eran llevados a Toniná donde eran decapitados en medio de fastuosos ritos, pues la sangre divina de los otros gobernantes era la energía que movía todo en el mundo. De esta forma encontramos restos y monumentos alusivos a los sacrificios humanos, y donde se representan a personajes sin cabeza, semidesnudos y con las manos atadas implorando piedad.
En su época de esplendor Toniná fue llamada La ciudad de los cautivos divinos, pues en ese lugar fueron tomados prisioneros dos hijos de Pakal.
Tanto los símbolos como los personajes inmortalizados mezclan el estilo escultórico selvático con el sentimiento mítico religioso del Altiplano. Esta relación mayas-toltecas daría como resultado el surgimiento del imperio de los itzaes, quienes habitaron la península de Yucatán.
Otro de los descubrimientos hechos hace unos meses, fue un muro con texto glífico sobre K’inich B’aaknal Chaahk, nombre completo de un jerarca maya, sexto gobernante de los 14 hasta ahora conocidos de la ciudad, y quién fundó un señorío militar.
El “Mural de la muerte”, fue modelado en estuco y tiene dimensiones de 12 m de ancho por 4 m de altura. Fue elaborado hace más de 10 siglos y está dividido en 4 áreas. Si bien esta obra es maya, en él se nota su influencia tolteca y muestra la leyenda de los soles cosmogónicos y la llegada del inframundo a la Tierra. Esta concepción mostraba que ya no se veneraba tanto al maíz y que en realidad los sacerdotes estaban preocupados por el final del cuarto Sol y la llegada de las tinieblas.
Este mural tridimensional refleja a la perfección el rumbo violento seguido por el pueblo de Toniná. También hay plasmados soles muertos que se precipitan hacia el inframundo y figuras de calaveras. Una de ellas tiene la deformación craneal maya, además de orejas y abundantes cabelleras, y aunque parece sonreír, sus manos sostienen una cabeza, que se especula, podría ser de uno de los señores de Palenque.
Y esto es solo el inicio de los muchos secretos que aún nos puede arrojar Toniná, una enigmática ciudad de la que diariamente surgen nuevos hallazgos. ¿Habrá nuevos murales debajo de la ciudad? Lo cierto es que estos descubrimientos son muy importantes y vale la pena que sean divulgados, pues están reescribiendo la historia del México prehispánico.
Para visitar Toniná se debe tomar la carretera federal 190 que va de San Cristobal a Comitán. 12 kilómetros adelante se debe tomar la desviación a Ocosingo y tomar el camino de terracería que nos llevará hasta la zona arqueológica.
En Ocosingo hay restaurantes y hoteles modestos, aunque si desean algo más lujoso, pueden ir a San Cristóbal de las Casas, a 50 km de distancia. Próximamente se construirá un museo y una carretera pavimentada.
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