Cazones, con apenas mil 200 habitantes, debe su nombre a la costumbre de los pescadores de cazar en la Barra tiburones pequeños, pero que, en los años recientes, gracias a la magnífica naturaleza que posee, ha encontrado una vocación turística que trata de desarrollar.
Las playas aledañas son de gran atractivo y en ellas es posible practicar el buceo con esnórquel y la pesca.
Cuenta con trece centros de alojamiento, con 123 habitaciones en total, que van desde un sitio para acampar, hasta un hotel de tres estrellas, cuya ubicación frente a la desembocadura del río Cazones en el mar, donde se localiza un farallón, debiera darle una mayor categoría tan sólo por la panorámica que ofrece.
La oferta básica de este poblado es un encuentro con la naturaleza, por lo que cuenta con el tortugario Kgayin Xalakpupunu, que incuba huevos de tortuga blanca, lora y algunos de carey, cuyas crías son liberadas en junio; hay paseos por la ladera del río donde florecen el manglar y uno que otro cocodrilo, cuevas para explorar, observación de aves y práctica de deportes como rapel, kayak, buceo, pesca recreativa, motos acuáticas y esquí, entre otras.
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